Carlota de México: emperatriz de un fugaz imperio

María Carlota Amelia (Marie Charlotte Amélie Augustine Victoire Clémentine Léopoldine von Belgien) mejor conocida como Carlota de México, nació en el seno de la realeza belga en 1840 ostentando el título de princesa. Fue hija menor del rey Leopoldo I y de su segunda esposa, la princesa María Luisa de Francia. Carlota fue considerada una mujer culta capaz de hablar con fluidez cuatro idioma, aprendió profundamente filosofía, historia y ciencias bajo la tutela de Peter Ludwig Kühnen. Su belleza en muchas ocasiones rivalizaba con las más famosas de su época, incluyendo a la famosa emperatriz Isabel de Austria. Viniendo de un linaje de reyes y reinas se esperaba que princesa Carlota se convirtiera en gobernante algún día.


Carlota tenía dieciséis años cuando conoció y se enamoró del archiduque Fernando Maximiliano, el hermano menor del emperador Francisco José. Su amor fue correspondido, y pronto comenzaron a organizar un futuro juntos. A pesar de la oposición de algunos, decidieron unir sus vidas, completamente convencidos de que su amor podría superar cualquier obstáculo. Contrajeron matrimonio en Bruselas el 27 de julio de 1857. Posteriormente, se trasladaron a Trieste, donde mandaron a construir el majestuoso castillo de Miramar en la bahía de Grignano. La pareja atraída por la aventura y la posibilidad de construir un imperio, abandonaron el castillo de Miramar para aceptar la oferta de gobernar México, un país sumido en el caos tras la guerra de Reforma. En 1864 fueron coronados como emperador y emperatriz y llegaron a México con grandes expectativas bajo el apoyo de Napoleón III. Sin embargo, su sueño imperial se convirtió rápidamente en una pesadilla, la resistencia republicana liderada por Benito Juárez fue más obstinada de lo que se creía y por ende no fueron capaz de doblegar a sus oponentes. Tras la eminente guerra Austrohúngara que se acercaba, Napoléón III se vio obligado a retirar paulatinamente las tropas francesas de México y Maximiliano fue abandonado a su suerte con el pequeño ejército conservador que fielmente seguía a su emperador. Mientras tanto, Carlota desesperada por salvar su imperio, emprendió un largo viaje por Europa, suplicando en vano a las potencias extranjeras que intervinieran en México, fue durante este viaje donde la emperatriz empezaba a mostrar síntomas de paranoia que con el tiempo se fue agraviando hasta volverse completamente loca.
El fugaz imperio mexicano culminó con el fusilamiento de Maximiliano que se llevo a cabo en el cerro de las campanas el 19 de junio de 1867. Carlota jamás volvió a México y su salud mental fue empeorando cada vez más, el resto de su vida estuvo casi en total exclusión en el castillo de Miramar y luego por ordenes de su hermano, el rey Leopoldo II fue alojada en su castillo de Bouchout en Meise. Finalmente falleció el 19 de enero de 1827 por complicaciones de neumonía a los 86 años de edad sin descendencia. Maximiliano y Carlota, al no lograr concebir  hijos, en 1865 decidieron pedir la custodia de Agustín de Iturbide y de Salvador de Iturbide y Marzán, ambos nietos del primer emperador de México. Designaron al pequeño Agustín como heredero al trono mientras que a Salvador fue llevado a Europa para fomentar sus estudios, sin embargo, los acontecimientos de 1867 truncaron estas aspiraciones pero el linaje de Salvador de Iturbide hasta el día de hoy se conserva entre la alta sociedad europea.



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