Matilde de Austria-Teschen: un vida consumida por el fuego

Matilde de Austria-Teschen, nació el 25 de enero de 1849 en Viena, fue la segunda hija del archiduque Alberto de Austria-Teschen y de la princesa Hildegarda Luisa de Baviera. Desde su nacimiento, su vida estuvo marcada por la aristocracia y las expectativas que se depositaban en ella como miembro de una de las familias reales más poderosas y ricas de Europa. Los retratos oficiales de Matilde la muestran como una joven bella y serena, pero aquellos que la conocieron de cerca describían una mujer vivaz, con un gran sentido del humor y una pasión por la lectura. Se dice que era una ávida lectora y que disfrutaba especialmente de las novelas románticas y las obras de filosofía. Además, era una hábil pianista y tenía hermosa voz.

Matilde creció en un entorno de opulencia y privilegios. Su familia era poseedora del emblemático castillo de Weilburg en Baden, una residencia de verano que había sido construida especialmente para la madre del archiduque Alberto. En un ambiente rodeada de lujos, Matilde disfrutó de una infancia marcada por la comodidad y el refinamiento. Con el objetivo de fortalecer las relaciones políticas entre Austria e Italia, se planeó el matrimonio de Matilde con el príncipe Umberto de Saboya, se trataba del heredero al trono italiano. Su compromiso con el príncipe Umberto de Saboya parecía garantizarle un futuro prometedor  que la convertiría en una pieza clave en el juego de las alianzas dinásticas.


El 6 de junio de 1867, a la corta edad de 18 años, Matilde falleció de manera muy trágica en el castillo de Hetzendorf,  la residencia vienesa de la emperatriz Isabel. Se cuenta que ese día, mientras se disponía asistir al teatro, optó por usar un elegante vestido de gasa al que se le había aplicado una solución de glicerina, una sustancia altamente inflamable. Desafortunadamente, a casusa de un descuido con un cigarrillo que intentó esconder tras la presencia de su padre, ocasionó que el vestido se incendiara rápidamente provocando su muerte por graves quemaduras. Posteriormente, siguiendo la tradición de la realeza, la archiduquesa Matilde fue inhumada en la bóveda imperial de la Cripta Imperial de Viena, compartiendo sepultura con su madre y su hermano, Carlos Alberto. Su corazón fue depositado en la Herzgruft de los Agustinos, un lugar sagrado reservado para los miembros de la familia imperial.

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