Gisela de Austria: un ángel de la caridad

Gisela Luisa María de Austria (Gisella Louise Marie), nació el 12 de julio de 1856 en el Castillo de Laxenburg, fue la segunda hija del emperador Francisco José I de Austria y de la famosa emperatriz Isabel de Baviera, mejor como Sissi. A pesar de ser hija de una de las parejas imperiales más prestigiadas de Europa, Gisela forjó su propio camino, enfocado por su compromiso social y su dedicación a los más necesitados. La separación de su hermano y la estricta educación impuesta por su abuela marcaron profundamente la personalidad de Gisela. Inicialmente era una niña tímida y reservada, que fue madurando y fortaleciendo su carácter a través de las diversas responsabilidades que fue asumiendo.


A la edad de 16 años, la joven princesa se casó con el príncipe Leopoldo de Baviera con quien concibió cuatro hijos (Isabel, Augusta, Jorge y Conrado), la boda se celebró el 20 de abril de 1873. Aunque este matrimonio fue arreglado por conveniencias políticas, la pareja logró construir un matrimonio solido y feliz en Múnich. Posteriormente, tras encontrarse alejada de todo los protocolos de la corte en Viena, Gisela rápidamente se adaptó a su nuevo estilo de vida en Baviera. A diferencia de su madre, Sissi, quien era conocida por su belleza y su carácter rebelde, Gisela se destacó más por su sentido del deber y su compromiso social. A lo largo de su vida, se involucró en numerosas causas benéficas, dedicando gran parte de su tiempo y recursos a ayudar a los que más necesitaban. Durante la Primera Guerra Mundial, mientras su esposo combatía en batalla, demostró su gran humanidad al dirigir un hospital militar en su propio palacio. Cuando Alemania se vio sumida en la revolución de 1918, mientras el resto de su familia huyó, Gisela permaneció firmemente en el país. 

Después de una vida dedicada al compromiso social y a su propia familia, Gisela de Austria falleció el 27 de julio de 1932 a los 76 años de edad en su hogar de Múnich, mientras se encontraba rodeada de su familia. Sus restos se encuentran reposando junto a los de su esposo en la iglesia de San Miguel. En la actualidad, a casi 100 años de su muerte, su legado sigue continuando, inspirando a trabajar por un mundo más justo y equitativo. Su compromiso con los más vulnerables y su incansable labor humanitaria, sin duda, la convierten en un referente en la historia de la filantropía. Su nombre fue digno de bautizar a diferentes instituciones benéficas, también un tren que conectaba Salzburgo con el Tirol, al igual que el barco de vapor Gisela, que aún navega por el Traunsee, y por último, el colegio Gisela Gymnasium de Munich. Gracias a su gran sentido humanitario fue apoda y sigue siendo recordada como el Buen Ángel de Viena. 



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