El castillo de Possenhofen, ubicado en las cercanías del lago Starnberg en la región de Baviera, es un lugar que sin duda alguna nos transporta a icónicos escenarios de siglos pasados. A lo largo del tiempo, este palacio ha sido testigo de cruciales momentos en la vida de la realeza bávara, sobre todo, de la princesa Isabel Amalia Eugenia, mejor como Sissi, la Famosa Emperatriz de Austria. El Castillo de Possenhofen es un claro ejemplo de la más rica arquitectura renacentista alemana, donde sus fachadas ornamentadas, al igual que sus amplios salones y sus habitaciones reflejan el gusto de la aristocracia del siglo XVI. Los extensos jardines ofrecen una variedad de paisajes, desde parterres formales hasta rincones más salvajes que son ideales para paseos y para momentos de reflexión y soledad.
Construido en el siglo XVI, el castillo pasó por diversos propietarios hasta que en 1834 fue adquirido por Maximiliano, el duque de Baviera, quien lo transformó un refugio privado y aislado, alejado de las obligaciones y de todos los protocolos de la corte o de la vida pública. El palacio se convirtió en el hogar familiar donde sus hijas crecieron en un ambiente lleno de libertad, entre ellas la célebre emperatriz Isabel de Austria y Elena de Baviera. Para la joven Sissi, Possenhofen fue todo un refugio de tranquilidad y un lugar donde forjó su personalidad independiente en donde encontró el gusto por vivir rodeado de la naturaleza.
Sus amplios jardines, el lago circundante y la atmósfera relajada del lugar ofrecían un gran contraste marcado con la rígida etiqueta de la corte vienesa. En Possenhofen, Sissi disfrutaba de largas cabalgatas, paseos en bote y momentos en total cercanía con su familia. Hoy en día, el castillo de Possenhofen es un museo dedicado a la vida de Sissi y a su familia. Los visitantes pueden recorrer sus estancias, admirar objetos personales que pertenecieron de la emperatriz y sumergirse bajo la atmósfera de una época pasada.
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